Hay dos etapas en la vida distanciadas en el tiempo y gemelas entre sí: El Comienzo y el Final de la juventud. Esta es una de ellas.

Brumas

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Comienza a opacarse la tarde. Despacio se adentra en la penumbra llenando de grises los rincones umbríos del entorno que me rodea. Caminos musgosos cubiertos de verdín, a trozos impregnados de humedad, se pierden serpenteantes en la lejanía, adentrándose en una bruma opaca.

La tarde envejece.

Tal vez en esta etapa de la vida me sienta yo igual. Envejeciendo. Extraña etapa que lo mismo me hace renacer con el trino de los gorriones cuando amanece, o decaer al mismo compás que la tarde. Como ahora.

Se acercan nubes de lluvia, y aunque aún es temprano, ya comienzan a cantar los mirlos anunciando su recogida.
También yo deseo recogerme, muy, muy dentro de cualquier espacio en el que me pueda sentir protegida, porque cada vez son mayores los momentos en me siento falta de protección, sola, incomprendida, ignorada incluso por mí misma.

Abro la ventana y dejo que se cuele el vientecillo húmedo que arrastra a las nubes. Junto a él se cuela también la penumbra del exterior, el frío húmedo y una semioscuridad que se adueña de la estancia.

Y de mi corazón.

Foto de Aquí

 
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