lunes, 28 de septiembre de 2009
Este verano que agoniza en mi vida se apaga. No sé dentro de cuándo será su partida; no sé si faltan aún meses o años para que termine y comience a renacer en un temido otoño. Pero sé que estoy metida de lleno en ese descenso.
A veces me tiendo en el verde de la hierba y por momentos me quedo callada e inmóvil, a solas conmigo misma, escuchando únicamente mi propia respiración, que se mezcla con los sonidos de la tierra que me rodea. La humedad del suelo me llega a los huesos, y siento que mi carne es como un horno que tuesta mi cuerpo poco a poco, y que llegará a hacerlo desaparecer un día.
Sopla un viento seco que me azota y se me antoja la boca de una bestia alentando encima de mí, aliento mojado y caliente que rechazo.
Siento sed y el deseo de beber rompe todo lo que en por unos instantes mi mente ha forjado en torno a mí, devolviéndome a la realidad.
Una realidad que acepto y de la que me siento orgullosa. Una realidad que a veces temo. La realidad del próximo otoño de mi vida.
Photo de aquí
A veces me tiendo en el verde de la hierba y por momentos me quedo callada e inmóvil, a solas conmigo misma, escuchando únicamente mi propia respiración, que se mezcla con los sonidos de la tierra que me rodea. La humedad del suelo me llega a los huesos, y siento que mi carne es como un horno que tuesta mi cuerpo poco a poco, y que llegará a hacerlo desaparecer un día.
Sopla un viento seco que me azota y se me antoja la boca de una bestia alentando encima de mí, aliento mojado y caliente que rechazo.
Siento sed y el deseo de beber rompe todo lo que en por unos instantes mi mente ha forjado en torno a mí, devolviéndome a la realidad.
Una realidad que acepto y de la que me siento orgullosa. Una realidad que a veces temo. La realidad del próximo otoño de mi vida.
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