miércoles, 30 de septiembre de 2009
Ayer aún llovía y comenzó a hacer un poco de frío. El verano hacía cedido el paso súbitamente al otoño y el suelo estaba húmedo y resbaladizo por las primeras lluvias.
Esta mañana, cuando comenzó a despertar la luz matutina, el cielo se mostraba repleto de tonos púrpuras con destellos dorados, simulando una aurora boreal o tal vez envidiando el resplandor de los rubíes.
Yo deseé fundirme en esa paleta de colores nobles, alearme con ellos en el infinito y sentir todas y cada una de mis experiencias vividas.
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