sábado, 22 de agosto de 2009
Tantas veces me he preguntado en dónde se encuentra la verdadera armonía del mundo que me hace palpitar a la vida…
Y es simple, tal vez demasiado simple, al menos para mi sentir.
Yo la siento en el verde que me rodea, en las bajas orillas de los helechos, en las frondosas copas de los pinos o de las cañas de bambú que crecen formando macizos ramos orientales.
La siento entre los pliegues de organdí de los visillos de mis ventanas, chantillí que el viento hincha y los empuja hacia la terraza; o en los caminos empedrados que soportan el peso de mis pasos, en los aleros de los tejados que se derraman durante las tormentas…
Latidos del espacio, palpitar de la vida.
Y es simple, tal vez demasiado simple, al menos para mi sentir.
Yo la siento en el verde que me rodea, en las bajas orillas de los helechos, en las frondosas copas de los pinos o de las cañas de bambú que crecen formando macizos ramos orientales.
La siento entre los pliegues de organdí de los visillos de mis ventanas, chantillí que el viento hincha y los empuja hacia la terraza; o en los caminos empedrados que soportan el peso de mis pasos, en los aleros de los tejados que se derraman durante las tormentas…
Latidos del espacio, palpitar de la vida.
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